IIBCE incorpora citómetro de flujo de última generación de más de medio millón de dólares

El equipo permite aplicaciones biotecnológicas en múltiples líneas de investigación y se trabaja en la firma de un acuerdo con OSE.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            El Servicio de Clasificación Celular y Citometría de Flujo del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (SECIF-IIBCE) adquirió este año un citómetro de flujo y clasificador de última generación MoFlo Astrios EQ (Beckman Coulter) en el marco del proyecto titulado “Detección, análisis y clasificación en flujo a escala nanométrica: Aplicaciones a nivel biológico, biotecnológico, ambiental e industrial”. La incorporación se realizó a través de la financiación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), el IIBCE (MEC), y el apoyo del Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas (PEDECIBA).

 

 

El coordinador del servicio, Gustavo Folle, contó a SobreCiencia que los citómetros son instrumentos que miden células y a diferencia de las observaciones celulares que se pueden realizar en un microscopio óptico de luz. En esta tecnología de última generación las células pueden observarse en una corriente líquida, lo que permite analizarlas a una velocidad muy elevada. Agregó que con esta herramienta se pueden analizar hasta setenta mil eventos, o sea, setenta mil análisis por segundo.

Tiene la característica de que puede estudiar muchas propiedades de las célula al mismo tiempo, o sea nos da información de su tamaño, de su complejidad y a su vez de una cantidad de marcadores que nosotros tenemos estrategias para detectar. Este equipo, por ejemplo, puede detectar doce propiedades diferentes del elemento que estemos analizando, sea una célula o una partícula subcelular, al mismo tiempo”, dijo Folle.

Por otro lado, es también un clasificador celular, el único equipo en la región que tiene seis vías de clasificación. Yo puedo separar de una composición heterogénea, por ejemplo de células que conforman un tejido celular, puedo separar seis poblaciones diferentes de células al mismo tiempo, algo muy importante para desarrollar estudios específicos de cada linaje celular”, detalló.

El científico contó que en el SECIF fue pionero en la incorporación del primer citómetro/clasificador de flujo del Uruguay y que viene trabajando en la materia hace unos veinte años. Agregó que el citómetro anterior ya estaba presentando problemas operativos y una discontinuación de los repuestos.

Esta nueva herramienta permitirá continuar los estudios que se venían realizando y a su vez ampliar el panorama de análisis, permitiendo desarrollar estudios de alta calidad académica, competitivos a nivel internacional.

Folle destacó que viene trabajando con colegas argentinos y que la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires fue una de las instituciones que los apoyó en la solicitud del equipo.

Este equipo viene dotado con un módulo, un dispositivo especial que permite analizar partículas muy pequeñas, cinco mil veces más pequeñas que un milímetro, cosa que no pueden desarrollar los citómetros comunes. Entonces vamos a poder utilizar el equipamiento para análisis bastante profundo a nivel microbiológicos. Por ejemplo la microbiología marina. Y estamos por firmar un acuerdo con OSE para estudiar algunos aspectos de la calidad del agua. “También se puede utilizar para ver la calidad de los efluentes en los diversos procesos industriales, porque tiene un rango de aplicación muy importante”, aclaró.

El experto destacó muy especialmente la nueva mirada de la ciencia a las denominadas microvesículas, pequeños elementos que liberan las células que contienen biomarcadores e incluso información genética, y que se están estudiando actualmente con enorme profundidad.

Folle indicó que estas microvesículas son de un tamaño muy pequeño y pueden ser detectadas y a su vez clasificadas por este equipo, lo cuál va a permitir un análisis muy profundo de cuál es su verdadero contenido, y a partir de esa información, se podrá conocer cuál es la misión que cumplen; una de las grandes preguntas de hoy en el ambiente científico.

En el Servicio de Clasificación Celular y Citometría de Flujo hay cuatro integrantes en operación directa con el manejo de este equipo. Ellos son, además del coordinador Gustavo Folle, Beatriz López Carro (técnico especializado en citometría de plantas), Federico Santiñaque (técnico especializado en citometría de flujo y clasificación celular) y la Rosana Rodríguez Casuriaga, investigadora asociada y especialista en el análisis de células meióticas.

Tenemos dos vertientes, una es la de servicio donde nos traen muestras y nosotros las analizamos y brindamos un resultado, y por otro lado está la parte de investigación, que también es un componente muy fuerte, realizamos los estudios en conjunto con los investigadores, analizando los procesos de preparación del material que a veces son muy críticos, como el análisis de los resultados”, contó.

Respecto a qué laboratorios del Iibce utilizan esta herramienta, Folle detalló los que sectores que están más implicados en investigaciones científicas que requieren del citómetro de flujo.

“Ya naturalmente lo utilizaban varios departamentos y laboratorios del Iibce. Ahora, directamente implicados en el inicio del proyecto, está el Departamento de Biología Molecular, que es con los que estamos desarrollando los estudios de reproducción, conjuntamente con el Departamento de Genómica, con el que vamos a desarrollar el estudio de las microvesículas, y también con el Departamento de Bioquímica y Genómica Microbiana, que ellos investigan bacterias asociadas al crecimiento vegetal. Y también con el Departamento de microbiología que fundamentalmente vamos a encarar estudios de microbiología acuática”, detalló.

Finalmente, el científico contó que este equipo se compró en el marco del llamado a grandes equipamientos científicos que desarrolla la ANII junto al Iibce.

El costo total fue de unos 560 mil dólares. El 80% fue la ANII, el 20% el Iibce, y además contaron con el apoyo adicional del Pedeciba.

Quería destacar la importancia de la formación de recursos humanos, el manejo de estos equipos. Si no tenemos técnicos e investigadores altamente capacitados en el manejo de instrumentos complejos, no sirve de nada. Tiene que ir a la par el apoyo, y quiero destacar a la ANII en esto de ir equipando al país con instrumentos complejos que nos permiten avanzar muchísimo en crear conocimiento original. Pero también el apoyo que brindan tanto las instituciones como la ANII en la formación de recursos humanos que son indispensables para la operación de estos equipos”, concluyó.

Texto: Alexandra Perrone

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